La investigación, liderada por el centro alemán de enfermedades neurodegenerativas (DZNE) y el centro médico universitario de Gotinga, se publica en la revista “EMBO Molecular Medicine”; los hallazgos se basan en estudios en humanos y experimentos de laboratorio.
La técnica aún no es apta para su uso práctico; el objetivo ahora de los científicos es desarrollar un análisis de sangre simple que se pueda aplicar en la atención médica rutinaria para evaluar el riesgo de demencia.
"Cuando los síntomas de la enfermedad se manifiestan, el cerebro ya ha sufrido un daño masivo", explica Fischer en un comunicado del DZNE, quien añade que si esta se detecta pronto aumentan las probabilidades de influir positivamente en su curso.
El biomarcador que Fischer y sus colegas han encontrado se basa en la medición de los llamados microARNs en sangre, unas moléculas con propiedades reguladoras que influyen en la producción de proteínas y, por tanto, en un proceso clave del metabolismo de todo ser vivo.
"Hay muchos microARNs diferentes y cada uno de ellos puede regular redes enteras de proteínas interdependientes e influir así en procesos complejos del organismo, por lo que estos tienen un amplio impacto".
En este sentido, el equipo quería averiguar si hay microARNs específicos cuya presencia en la sangre se correlaciona con la capacidad mental, y mediante estudios en humanos, ratones y cultivos celulares los investigadores identificaron tres de estas moléculas.
Para ello, analizaron datos tanto de individuos jóvenes y cognitivamente normales como de personas mayores con deterioro cognitivo leve.
Vieron que en los individuos sanos, los niveles de microARNs se correlacionaban con la aptitud mental: cuanto más bajo era el nivel en sangre, mejor era el rendimiento de los sujetos en las pruebas de cognición.
En los test con pacientes con deterioro cognitivo leve, los análisis encontraron que en aquellos que el marcador sanguíneo estaba muy elevado, cerca del 90 % desarrolló alzhéimer en un plazo de dos años.
"Por lo tanto, consideramos que un nivel elevado de estos tres microARNs en la sangre es un presagio de demencia", concluye Fischer, quien estima que en humanos el biomarcador podría indicar un desarrollo futuro de la enfermedad en dos a cinco años.
En sus estudios con ratones y cultivos celulares, los investigadores también descubrieron que estos tres microARNs influyen en los procesos inflamatorios del cerebro y en la "neuroplasticidad", que incluye la capacidad de las neuronas para establecer conexiones entre sí.
Esto sugiere que estos son algo más que señales de alarma y que podrían servir como objetivos potenciales para terapia.
En ratones con déficit mental relacionado con la edad y con daños cerebrales similares a los que produce el alzhéimer, la capacidad de aprendizaje mejoraba cuando se bloqueaban estos microARNs con fármacos.