La histórica y vibrante capital de Paraguay, Asunción, se encuentra ante uno de sus mayores desafíos: consolidarse como un destino atractivo económico y cultural. Una ciudad que deslumbre no solo a quienes la habitan, sino también a los miles de visitantes que llegan en busca de experiencias memorables.
En un momento crítico donde la transparencia y la integridad son fundamentales para la confianza pública, el presidente Santiago Peña ha optado por distanciarse de las presuntas irregularidades en la administración municipal de Asunción de Óscar “Nenecho” Rodríguez, calificándolas como un “problema municipal y no nacional”.
En los últimos meses, la figura del Presidente Santiago Peña ha estado en el centro del debate público no solo por sus decisiones y políticas de Estado, sino por su manejo de la coherencia en situaciones de relevancia nacional. Un tema que ha generado controversia es su evidente inclinación a opinar selectivamente, dependiendo del impacto que los hechos tengan sobre su sector político.
La dicotomía que hoy atraviesa Paraguay es tan palpable como alarmante. En el Congreso, donde se legisla a conveniencia desafiando incluso la propia Constitución Nacional, vemos un repetido espectáculo lamentable. Y, en el Poder Ejecutivo, hubo una muestra más de que prevalece el sentido autoritario al querer imponer cosas incluso menospreciando a los demás, en este caso a estudiantes universitarios.
Con el reciente inicio del periodo parlamentario en el Congreso Nacional, emerge una oportunidad crucial para reflexionar sobre el rumbo de nuestra política. Este periodo representa más que un mero procedimiento legislativo; es un espejo que refleja la transformación de nuestra sociedad y la esencia de la gobernanza.