A riesgo de recibir muchas críticas, posiblemente fundadas las más, me permito recordar las palabras de un tío ya fallecido, que mencionó una vez: “Itaipú fue un regalo del gobierno del General Stroessner para el Paraguay. Sirvió para zanjar definitivamente un problema de límites que podía terminar mal para nosotros, pusimos poco y nada (porque Brasil puso diametralmente más) y tuvo que servir no solamente para proveer de energía limpia a nuestro país por décadas, sino también para generar dividendos a ser bien utilizados.”
Desde la semana pasada, imágenes de un hombre golpeando a una mujer -sería en distintas ocasiones— en forma brutal y fuera de sí, nos sacudieron como sociedad. Las escenas, repetidas y comentadas hasta el cansancio en redes y noticieros, no solo mostraron violencia, sino también algo más profundo: una radiografía social, con zonas de demasiada tolerancia y profundas grietas.
Hace un par de días culminó la 50° edición del Trans Chaco Rally, que dejó detrás, al igual que las ediciones pasadas, anécdotas, historias y aventuras que se relatarán en incontables asados y reuniones de amigos. Al mismo tiempo, la coordinación y la forma en que se sucedieron las etapas dieron y darán pie a críticas y comentarios que suponen excelentes oportunidades de mejora para el Touring y Automóvil Club Paraguayocomo organizador principal y de todos aquellos que, de un modo u otro, forman parte de este acontecimiento deportivo nacional.
El domingo pasado, mientras algunos negociaban “un ratito más” entre las sábanas, otros ya estaban camino al Parque Ñu Guazú para participar y atestiguar un acontecimiento que se estaba cocinando, literalmente hablando. La iniciativa en cuestión combinaba lo inusual, lo simpático y lo colectivo: hacer un Record Guiness preparando y sirviendo el revuelto de huevos más grande del mundo, lo que se dice apenamí. Las Tacuaras S.A., más conocida como NutriHuevos, puso manos a la obra y huevos en la sartén para dejar el nombre de Paraguay escrito con yema gruesa en el libro de los récords.
El asesinato del fiscal Marcelo Pecci en una playa de Colombia en mayo de 2022 marcó un antes y un después en la historia judicial de nuestro país. También puso en evidencia la fragilidad de todo el sistema. Su muerte, planificada de antemano, dejó un mensaje bien claro: hay intereses sin límites morales, dispuestos a cruzar fronteras para silenciar a cualquiera que apeligre a ciertas estructuras. Pecci investigaba causas vinculadas al narcotráfico, lavado de dinero y crimen organizado. Su voz fue acallada de golpe y porrazo.
Desde hace un par de semanas, el cierre de rutas en diferentes puntos del país por parte de miembros de parcialidades indígenas o pueblos originarios, genera un sinnúmero de reacciones y comentarios por parte de la sociedad. Por un lado, la incomodidad, trastornos y pérdidas materiales que genera no poder transitar libremente causa, como es lógico, el enfado de la gente.
La convocatoria para la marcha anunciada por la llamada “Generación Z” no tuvo el eco esperado. Apenas cuatrocientas, exagerando quizás quinientas personas llegaron al centro de Asunción para participar de “algo” a lo que le faltó muchas cosas: adherentes, organización, timing y sobre todo liderazgo. El resultado fue una treintena de detenidos, ocho agentes policiales heridos en diferente grado y una sensación amarga que, probablemente, quedó instalada en ambos bandos.
El encargado del cementerio, don Félix Peralta, invitó a todos los visitantes a ubicarnos debajo de la sombra del añoso tarumá, a lo cual accedimos gustosos porque a esa hora la temperatura estaba cerca de los 40 grados. Con indisimulado orgullo comentó que su padre había sido también cuidador del camposanto municipal de Belén, una tarea que parece haber quedado ligada a la historia familiar.
Cuando los ciudadanos votamos en forma libre y por convicción, nos creamos expectativas hacia los representantes en quienes confiamos nuestro voto. No es el caso de todos ni tampoco esperamos milagros, pero sí -a Dios gracias-, aún somos capaces de guardar esperanza en encontrar voces responsables, preparadas y con visión de país. No es que les pidamos demasiado: Apenas que honren la función para la cual postularon y fueron eventualmente electos. En pocas palabras: Que hagan su trabajo.
Los científicos afirman que en el firmamento de tanto en tanto aparecen nuevas estrellas. Su origen es un misterio que no está del todo aclarado porque, aunque los telescopios más modernos puedan escudriñar hasta los confines del universo, siempre queda un margen de incertidumbre. Y es allí, en esa inmensidad, que surge de la nada una luz inesperada, brillante y poderosa, como un recordatorio de que la esperanza nunca se acaba.
