Desde este mismo espacio, hace dos semanas hacíamos un llamado a estar a la altura de las circunstancias. El motivo: Paraguay vestía sus mejores galas para recibir al rally mundial, con epicentro en el sur del país. Era un desafío enorme en cuanto a organización, logística, comportamiento ciudadano y hospitalidad. La consigna era sencilla, pero exigente y desafiante: demostrar que podíamos ser anfitriones de primer nivel.
Días atrás, un conocido contaba en una ronda de amigos con mucha gracia -aunque el tema en cuestión nada tiene de simpático-, su experiencia al renovar el registro de conductor en dependencias de la Municipalidad de Asunción. “Los funcionarios, -contaba- en pleno horario laboral, están desayunando, mandando mensajes desde sus teléfonos o riéndose de algún video. Todo a la vista del público, con restos de pan, termos y tazas sobre las mesas de trabajo como si aquello fuera lo más natural del mundo”.
Y lo estuvo desde su postulación y posterior confirmación oficial como sede del WRC 2025. Así, el Campeonato Mundial de Rally tendrá por escenario a la ciudad de Encarnación y sus alrededores. La más exigente competencia del automovilismo off-road hará parada en nuestro país, y con esto nos anotamos en el calendario mundial de eventos deportivos de primer nivel. Lejos de intimidarnos, esta designación nos enorgullece y motiva. Porque sí, Paraguay está a la altura.
La semana pasada ocurrió en CDE un hecho que dejó preocupados tanto a dueños de perros como igualmente a las personas que tuvieron acceso a la noticia. Una señora paseaba a su caniche por la vereda del barrio donde vive, cuando el perrito fue atacado sorpresivamente por un pitbull, pudiendo apenas defenderlo la dueña. La situación, de por sí peligrosa, se volvió imposible cuando se sumó al ataque un segundo perro de la misma raza.
Qué mejor forma para aprovechar el hermoso domingo pasado, que ir con la familia de paseo a Areguá. Sobraban las ganas de caminar mirando tantas casonas antiguas del casco histórico, almorzar en un lugar lindo, deleitarse con algún postre a base de frutillas y desde luego, comprar también un par de kilos de la estrella de la temporada en cualquier puesto al costado del camino. Una actividad que ya es un clásico en sí.
En lo que va del año, una organización que promueve la conciencia hacia la disposición de la basura, realizó varias mingas ambientales en arroyos de Asunción. El esfuerzo se centró en colectar botellas plásticas, latas, bolsas y otros residuos que los convierten en vertederos a cielo abierto.
Los medios venían advirtiendo desde hacía meses. No un par de veces, sino en forma sistemática, las denuncias por coimas, manejos poco claros y favores indebidos que rodeaban a la administración del ahora ex titular del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE).
Si buscamos sus orígenes profundos, posiblemente nos encontremos con celebraciones populares traídas por los españoles en tiempos de la colonia. En Paraguay, fueron adoptadas rápidamente por el pueblo, agregándoles el aderezo de la picardía guaraní, el infaltable fuego y la costumbre de “hallarnos”, que no necesita de excusas. Se celebra el 24 de junio en honor a San Juan Bautista, y marca más que un santoral: es una reafirmación de nuestras raíces, una fiesta cultural que huele a mbeju y suena a bandita.
Esto ya no puede seguir así. Caminando cuadra y media por el centro para llegar a un conocido bar, el muchacho adicto se acercó a pedir “una ayuda”. Ante la negativa amable se envalentonó y subió el tono, por lo que tuve que reaccionar de la misma forma. Al final, el joven se retiró maldiciendo y a mí me quedó un malestar por el resto de ese día.
En las últimas semanas, la Contraloría General de la República ha puesto el foco sobre los dos principales municipios del país: Asunción, gobernada por Óscar “Nenecho” Rodríguez, y Ciudad del Este, a cargo de Miguel Prieto. El primero, oficialista; el segundo, opositor. Ambos bajo la lupa auditora. Uno con una administración más que evidentemente colapsada; otro, con mejor imagen de gestión. ¿Qué se busca? ¿Transparencia o una herramienta más de presión política?