
¡Nada que festejar! No hay actuaciones ni público. En un escenario silenciado por la cuarentena impuesta por el Covid-19, los músicos experimentan hoy el Día del Trabajador más triste de sus vidas. Una veintena de cantantes e instrumentistas cuentan en esta nota como les golpea la pandemia.

En la esquina de las calles Tacuary y Mariscal Estigarribia, la Mansión Cellario sucumbe en silencio. Su interior, decorado con alto relieve, pinturas florales y elementos clásicos de los palacetes europeos, exhibe humedad y desprendimientos. Esta antigua y elegante obra arquitectónica es sede social del Centro Militar, Naval y Aeronáutico.


En su ranking de los placeres, la música folclórica está primero. O tal vez el idioma autóctono pueda invertir este orden. Lo concreto es que Noelia Cazzola, profesora de guaraní y difusora del folclore, se ha embanderado con la esencia del pueblo: sus tradiciones. Y hoy, aquí, en el escenario de las palabras, describe a viva voz su vocación por el arte y la cultura.


Fue pintor, escenógrafo y decorador de cielorrasos. Trabajó con artistas de la talla del italiano Guido Boggiani y del francés Julio Mornet. Y fue el inspirador de su célebre hermano, Ignacio Núñez Soler. Sin embargo, no figura en la historia del arte en Paraguay. Tomás Núñez, sumido en un injusto olvido, debe ser reconocido por el valor de su expresiva obra.



“Tenemos la misión de mostrar y enseñar a los jóvenes la correcta interpretación de la polca y la guarania”, dice Rigoberto Arévalo, presidente de la Fundación Folcloristas del Paraguay. Miembros de la entidad llevaron música y alegría a compatriotas que viven en la Argentina.

Aquellos dibujos grabados hace 150 años en el periódico de guerra “Cabichuí” resaltan hoy en la fachada de la nueva Fundación Huellas. Este céntrico complejo cultural, en proceso de montaje, exhibirá al público esculturas, cuadros, mapas y gran biblioteca.