Mediante sus contactos políticos el hombre consiguió un cargo en una de las empresas del Estado. Figuraba allí con un horario básico de trabajo, de lunes a viernes de 7 de la mañana a 3 de la tarde, y un salario nominal de casi 14 millones de guaraníes, que sumado a otros beneficios llegaba a entre 18 y 54 millones, dependiendo del mes.
La improvisación quedó una vez más documentada esta semana, ante las masivas quejas de asegurados del Instituto de Previsión Social (IPS) por las excesivas demoras para, con suerte, ser atendidos y obtener algún turno de consultas, tras intentar comunicarse con el centro de llamadas de la previsional.
No terminábamos de conocer los detalles del indignante despojo de más de 700 millones de guaraníes a dos familias extremadamente pobres del departamento de Caaguazú, por parte de una funcionaria de Diputados, un abogado y otros cómplices, cuando saltaba otro fraude con una indemnización también pagada por la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) e igualmente efectivizada por el Banco Nacional de Fomento (BNF).
Las alarmas se encendieron ante el anuncio realizado por el presidente esta semana. Ante un auditorio compuesto por empresarios, Santiago Peña informó que está preparando una propuesta de ley para modificar las relaciones laborales en el sector privado, y puso como ejemplo la revisión de las condiciones actuales para alcanzar la estabilidad laboral.
Es en la India donde está perfectamente ejemplificado el concepto de una casta, un grupo social al que se pertenece por nacimiento, y que, dentro de una etnia, se diferencia por su rango e impone la endogamia, es decir, las relaciones exclusivamente dentro de ese mismo grupo social.