Con el resabio caliente de los exhibicionistas correlí esteños, mboriahukuemi devenidos en potentados koygua mediante la “política”, el jueves 31 de julio evocamos el nacimiento de dos colorados cuya memoria parece no estar ya en la agenda partidaria: Waldino Ramón Lovera e Ignacio A. Pane. Ejemplos de decencia, honestidad y sabiduría.
Tomamos el término “mafia” en la tercera acepción del diccionario de la Academia: “Grupo organizado que trata de defender sus intereses sin demasiados escrúpulos”. Cetrapam es eso: una organización que extorsiona al Gobierno y somete a la ciudadanía a una angustia inhumana. La reforma del transporte metropolitano debe hacerse sin los mafiosos. Si no, no será reforma.
“Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político”. Esta sentencia es de Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), escritor británico de lapidaria ironía. Lo recuerdo cuando escucho hablar a insignes políticos que en la medida en que se enriquecen materialmente, se empobrecen moralmente.
Extasiada en su defensa al presidente Peña, doña Virina Villanueva, diputada cartista por el departamento de San Pedro, en un des-sol-ado castellano proclamó: “No se puede tapar el dedo con el sol”. En el Paraguay hay cosas que no se pueden tapar ni si se les tira todo el sol encima. Ni todos los dedos. Por ejemplo, los robos monstruosos.
Quizá alguien le dijo a Santiago Peña antes de su mensaje al Congreso: “vos entrá a cancherear; sobrales a todos, ridiculizá a la prensa, sopapeá a los opositores; hacé sentir tu potencia de Top Gun vernáculo”. Esto trató. Y, de entrada, predispuso en contra a muchos de quienes tuvieron la pía paciencia de escucharle. Por entre su narcisismo asomó también cierta pichadura.
María Eugenia Garay retoma en esta obra –Exorcismo al olvido: relatos fantásticos de amor y guerra– un tema que ella mantuvo vivo a través de varios libros anteriores: la memoria de su estirpe a través de la historia de nuestro país, cruzando tiempos y circunstancias.
Santiago Peña, en su informe a Horacio Cartes, aseguró un “futuro prometedor de más años de coloradismo en el poder”. Es decir, el pueblo seguirá sufriendo un “sistema” de salud con niños muertos por desnutrición; una educación surtidora de semianalfabetos; soportando el asalto incesante a las arcas públicas con impunidad “legalizada” para los ladrones. Es lo que hay con el “coloradismo eterno con Stroessner”, que persiste y persistirá, por lo visto.
El Paraguay es un país de contrastes sorprendentes. Hay barrios de Asunción recargados de lujosas torres habitacionales (la mayoría vacías), y calles cruzadas por vehículos de altísima gama. Un paraíso. Y más allá, el reino de las letrinas y los ómnibus chatarras. Hoy tenemos una ley que eliminará las letrinas en las escuelas públicas. Faltaría una que extermine las chatarras de los transportistas impúdicos.
Una condición esencial para ser político es desarrollar la capacidad de simular. Y simular, según el sabio diccionario de María Moliner, es “hacer aparecer que existe una cosa que no existe”. Un acto de simulación se dio en el llamado Foro Madrid, donde don Santiago Peña afirmó que el Paraguay es un “bastión moral de la región”. Hizo aparecer que existe algo que no existe.
Parece que el vicario de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Itauguá, padre Cirilo Vázquez, tenía en su interior un hartazgo supremo que le mortificaba y que pugnaba por salírsele a la palestra. Y en una homilía fulminó al señor Hércules Pedro Lorenzo Alliana con epítetos del calibre de “bandido y sinvergüenza”. Es infrecuente que traten así, en una misa, al vicepresidente de la República.