El saneamiento necesario

SALAMANCA. Es una pena que Helio Vera se haya muerto, pues acabo de encontrar, en nuestro diario, un párrafo que podría haberle dado todo un capítulo de su libro “Las voces del Olimpo”, compendio de barbaridades dichas por nuestros políticos.

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Transcribiré el párrafo entero para que quien no lo leyó, se entere; y para quien lo leyó, lo tenga bien presente. Son declaraciones hechas por el diputado Édgar Ortiz, del PLRA: “La sociedad sampedrana me va a disculpar, pero también es culpable; nadie se animó a llamarle al 911 (en referencia a la torre que derribó el EPP). Que algún psicólogo les lave la cabeza a los chicos para que puedan diferenciar lo que está bien y lo que está mal. Por un kilo de carne venden su dignidad y dejan que el país sea perjudicado”.

Se viene insistiendo en que las Fuerzas de Tareas Conjuntas (FTC) destinadas a combatir al grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) tienen que ser saneadas debido a la vergonzosa ineficacia que han demostrado hasta el momento. Sí, tienen que ser necesariamente saneadas, pero también lo necesita el Gobierno completo, donde los políticos venden su dignidad no por un kilo de carne, ya que la pueden cobrar gracias a sus provechosas dietas, sino por un puñado de votos, anteponiendo su afán de poder a los intereses de una ciudadanía que les mantiene en el candelero.

Esto también tiene que ver con la intención del Gobierno de investigar a los campesinos que dijeron que una hectárea de mandioca les rinde entre 500.000 y 600.000 guaraníes, mientras una hectárea de marihuana les deja 60 millones. Dijeron además que vinieron a Asunción y hablaron con ministros que les prometieron de todo y, luego, si te he visto no me acuerdo. A quienes habría que investigar es a los ministros que no hacen su trabajo y no a quienes se debaten entre la desesperación y la miseria.

El diputado Édgar Ortiz tendría que pedir disculpas a la ciudadanía por lo que ha dicho, por la forma en que nos ha ofendido a todos, gratuitamente, mientras desde el Gobierno no mueven un dedo para solucionarnos muchos de los problemas que estamos viviendo. Si fueron puestos allí (yo no los puse porque nos los voté) fue para que hicieran este trabajo, no para que salieran a decirnos tales disparates. Como si fuera poco, ¿qué pasó con todas aquellas denuncias de “narco-política”, aquellas denuncias de complicidad de legisladores y jueces con los narcotraficantes? ¿Se decidió darlo todo al olvido para concluir que la culpa la tienen esos pobres campesinos indefensos “que se venden por un kilo de carne” y que necesitan de un psiquiatra para que les enseñen a sus niños lo que está bien y lo que está mal? ¿Solo los hijos de ellos ignoran lo que está bien y lo que está mal? ¿Y los hijos de nuestros políticos, los hijos de quienes han corrompido el buen gobierno del país, pueden hacer esta diferencia?

No estoy exagerando. Semanas atrás se conoció el informe anual de un organismo internacional que mide el grado de trasparencia, de honestidad y corrupción de los diferentes gobiernos del mundo. En América Latina Paraguay no es el país más corrupto porque se encuentra atrás de Venezuela y Haití. Si seguimos la costumbre olímpica, esto quiere decir que nos corresponde la medalla de bronce: oro para Venezuela, plata para Haití y bronce para nosotros. Buena marca hemos logrado. Pero, al igual que el Cándido de Voltaire, seguimos creyendo que vivimos en el mejor de los mundos y que vamos viento en popa no sé hacia qué rumbo; con toda seguridad, hacia un rumbo equivocado.

Comencemos entonces el saneamiento: por las Fuerzas de Tareas Conjuntas, por los legisladores, por los jueces, por los ministros, por todas las empresas del Estado. Dejemos de acusar a los pobres por venderse por un kilo de carne y centremos la atención en quienes se venden por un puñado de votos.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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